Hoy hace justo diez días que no veo a mis Osos. Echo de menos sus abrazos, sus besos, sus "buenos días, Pati", sus sonrisas... o llantos por la mañana, el poder consolarlos y que ellos te elijan para que los consueles, que acudan a ti libremente como refugio, que te confiesen sus problemas, lo que les ronda por la cabeza, que decidan confiar en ti sus sentimientos. Mi trabajo es un regalo. Creo que es la mejor profesión que pude elegir, aunque no estoy muy segura de haberla elegido ya que desde los tres años, lo tenía muy claro. Pidiendo a los Reyes Magos la Barbie profesora, una pizarra, o varias peluches que luego serían mis alumnos.
Me desvivo por ellos, son mi día a día, y las personas más inocentes y con más amor que hay en el mundo. Son puras, blancas, son de verdad. Y por qué no decirlo, mis Osos son los mejores. Pero en esta entrada de mi blog, quería agradecer a dos mamá que me tienen loca. Mamás que hacen que mi trabajo sea más bonito si cabe aún y sobre todo, que hacen que tenga sentido. Por mucho que quiera que mis alumnos sean los mejores, es imposible si no cuento con la colaboración en casa. Y quería agradecéroslo desde el lugar que mejor me explico, mi blog.
Una de ellas, comparte mi vocación, y es increíble como madre. Está en la cola del Mercadona como yo, dándole vueltas a la cabeza para que estos días sean más llevaderos para los niños, no solo para su hija, sino para los osos. Y la otra mamá, es una de las heroínas del momento, pertenece al mundo sanitario, a ese que aplaudimos todos los días a las ocho de la tarde y de las que están al frente de este caos. Sólo con poneros en situación os podéis imaginar cómo debe estar, con los sentimientos a flor de piel.
Sois las dos increíbles, os tengo que dar las gracias por darle sentido además de a mi trabajo, a la educación en general que se da en infantil y que por desgracia, es la más desprestigiada. Gracias por confiar en mi lo que más queréis en este mundo, y dejarme entrar en la vida de vuestras pequeñas a las que sabéis que adoro como si fueran mías. Porque son parte de mí mis veinte osos. Y gracias, por supuesto, por enseñarme que detrás de una mamá preocupada por su hijo o hija, hay más, hay una persona que se cuestiona cada día si lo hace bien o mal, qué pasará en el futuro, qué colegio es el mejor, el trabajo, el llegar a fin de mes, los problemas infinitos que nos rodean a cada uno y que muchas veces desde fuera, como profesora, no somos conscientes. Gracias de verdad, por enseñarme tantísimo en estos meses.
Espero que nos veamos muy pronto, a la vuelta.
Estoy deseando achucharos a grades y a pequeños.
P.D. El siguiente aplauso, va por vosotras, las osas mayores.
Patri Izquierdo Díaz
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