Esta mañana, después de estar hablando. Verte, escucharte y mirarte a los ojos, me he quedado un poco preocupado. Te ha cambiado hasta la forma de hablar. Tus ojos hacen que echan chispas, pero no llegan ni a petardo. Intentas ser la que eras, pero creo que a los que te conocemos, no nos puedes engañar.
Todo acabará. Volverás a salir de casa. Pero la actitud que estás teniendo no es la correcta, la de apartarte del mundo. Pati, sé que duele el mundo y cada uno de sus componentes. Sé que sufres cada día más en silencio lo que te ronda por la cabeza. Te estás encerrando en ti y has tirado la llave, no acudes a nadie, no hablas con nadie, no sueltas lo que te pesa, aquello que te da migraña y no te deja dormir por las noches.
El ejercicio es bueno, pero no es la solución a todo, como el alcohol, como el tabaco o cualquier otra sustancia. Te solucionan las cuatro horas del día. Pero, amiga, el día tiene veinte horas más. En las que tienes que comer, dormir, hablar con la gente. Volver a ser tú, despertar de este letargo en que estás viviendo estos meses. En el que has escogido el camino del abandono. Abandonarte a ti. Pati, sé la causa de todo esto, es más, tiene nombre, apellidos y moto. Pero él no está así. Nunca ha estado así. No ha sabido jamás lo que es sentir por nada ni nadie. Tú sí. Escúchame, cabezota, "Nadie se muere por nadie". Tú no vas a ser la primera, ¿me oyes? Y más por alguien así. No te lo permito, ni yo ni nadie de los que te quieren. Estás abandonándote en silencio. En tu Instagram es todo color y felicidad, y por cierto, cada día más guapa. Una cosa no quita para la otra. Pero Pati, ¿qué hay de ti? Acaso no mereces otra oportunidad, alguien que de verdad te valore, te quiera y te ame. Eso lo has sentenciado tú por el camino que llevas.
Y lo que más miedo me da es que llegues al punto en el que nadie te pueda sacar. No se puede ayudar a quien no quiere. Al que te sonríe y dice "está todo bien", cuando es una mentira más grande que tú. Has dejado de escribir como escribías antes. También lo he notado. Estás dejando de ser tú y yo no puedo hacer nada al respecto. ¿Sabes la impotencia que generas en los demás? Porque muchos ni lo comprenderán, porque no tienen telapatía como te hartas a decir tú. Tú no la tienes, nosotros tampoco. La vida es muy muy muy corta. Te lo digo yo. El tiempo es oro, cariño. No corras tras un tren que no tiene parada, ni estación y que lleva una bomba dentro. No vayas hacia el abismo, y no saltes a una piscina que ves que no tiene agua. Estás empezando a ser una kamicace porque te da adrenalina, la suficiente para sentirte vida, la suficiente para sentir algo. También lo da el deporte, pero es como todo... Sentirás algo un rato. Luego vendrá la noche. Y no sabrás salir de ahí, ¿o te vas a poner a levantar pesas? ¿A darle al saco quizás?
Come, duerme, descansa, medita, habla con la gente o no, piensa en ti... Eres la dueña de tu vida. Maneja la situación como sabes hacerla. Tienes un montón de virtudes y aptitudes para sacar a los demás del pozo. Al motero también le sacaste de todos sus problemas, pero al gilipollas se le ha olvidado o simplemente es imbécil. Nunca ha dado más, no sé de qué nos sorprendemos. Pati, a mí me importas tú, sólo tú. Y vas a salir, porque Campanilla no se rinde, porque da amor a todo el mundo. Porque Peter Pan estaría perdido sin ella. Porque yo estoy perdido sin ti.
Y mírate, eres preciosa. Tus fotos en Instagram son lo mejor de la cuarentena para muchos, estoy seguro. Pero es que eres increíble, y si cada uno de los que te escribieran supieran como eres por dentro. Tendrías un serio problema. Doy fe de ello, que tras siete años aquí sigo, y nunca me iré. Peter Pan, nunca abandona a Campanilla. Nunca. Y nosotros tendremos siempre nuestro "Nunca Jamás" en Gran Vía para escapar de todo, para subir a lo más alto y volar por encima de todo Madrid con un pensamiento alegro y un poco de polvo de hadas. Pati, siempre podrás escapar a nuestro cuento. Tú y yo tendremos siempre ese billete de vuelo que tanto buscas. Allí, en lo alto, donde nació "Desde mi ventana". Allí, siempre estará ese sitio en el cual no parar de escribir, de soñar, de ser solo tú. Allí nada duele, estás a salvo de esas personas que recorren Gran Vía de arriba a abajo, que se paran en los pasos de cebra, que dan vueltas por Callao.
No te imaginas la impotencia que siento al escribirte estas letras. Por una razón. Escúchame, boba, pues porque te quiero.
Patri Izquierdo Díaz
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