Hay momentos en la vida donde las madrugadas son época de reflexión.
Donde recuerdas tu primer amor y te das cuenta de que los amigos que se han marchado no merecían la pena y los que se quedaron lo son todo. Donde entiendes que beber hasta vomitar ya no tiene sentido y que todo lo bueno se acaba en algún momento. Donde valoras más los detalles y las caricias que los regalos y el sexo al azar.
Momentos en que comprendes que tus padres siempre estarán ahí y que la música y escribir pueden salvar vidas. Y entre toda esa mezcla de pensamientos, aún sigues saliendo tú. Y tu mirada es lo única que jamás cambiará.
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