No aguantaron más. Se deseaban desde el primer momento en que se vieron, aquel día en que sonaba Iván Ferreiro y llovía. Tiras y aflojas y el primer beso en aquel parque.
Contra aquel árbol sin hojas, le mordió el cuello, le lamió todos y cada uno de los miedos de su cuerpo. La abrazó fuerte, sonrió con ansias. No se escucha nada...
Esa mirada cómplice en el portal y el vestido subido hasta el pecho en el ascensor. Lanzaron las llaves al suelo y le subió las manos pegadas a la pared. La devoró allí de pie. Pasó sus laboos por el pecho y solo había calor y calor.
La llevó de la mano a la ducha y, entre espuma y vapor, le hizo el amor contra la mampara.
- Un poquito más - susurró.
Y el sudor...
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