domingo, 29 de marzo de 2020

Rubia

Había una vez una chica que adoraba ver el mar y escuchar a Leiva.

Siempre bien vestida con la sonrisa puesta. Y la ropa también. De esas sonrisas que no pasan desapercibidas para nadie, que sin ser perfectas dejan marcado.

Que sus vestidos le hacían unas caderas encantadoras. Impecable, como si todo fuera siempre bien. Tan cabezota que te daban ganas de comerla o de matarla.

Llena de miedos, llena de dudas que no compartía con nadie. Con un fondo tan bueno y tan sensual que daban ganas de mordele los labios. Y ahí sigue, a su manera se hace notar, nunca está, nunca se marcha. Solo le falta un paso más, por una vez en su vida arriesgar.

Y seguirá endulzando entre semana esta ciudad de mar con su sonrisa sana.


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