Como esos huracanes que asolan todo a su paso, así entraste en mi vida.
Parecías aire fresco, pero arrasaste, destrozaste todo y te fuiste sin avisar.
Aún tengo secuelas debajo de mis camisas vaqueras del Pull, debajo de mi piel. Y, aunque algunos días me muero porque vuelvas a mi vida, termino pensándolo mejor: hay algunas veces que el daño ya fue suficiente.
Y tú seguirás destrozando ciudades y vidas.
Lejos.
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