La vi apoyada en la estación de tren. Pegada a una columna, sonreír sola.
Iba sin medias aunque hacía frío. A ratos movía los pies al ritmo de su iPod.
14:36, lle el tren.
Sube pausada, y se coloca el bolso por delante. Su asiento está al lado del mío. Se coloca el pelo en el reflejo del cristal y esboza media sonrisa. Lleva un libro, pero no me da la vista para ver cuál es. Paisajes muy gallegos. Mucho árbol, cielo nuboso.
Saco un papel, medio lápiz me queda. Escribo cinco líneas y se lo entrego.
No os descubro qué ponía, pero me lo devuelve con una sonrisa. Lo leo y me siento a la izquierda y le doy dos besos.
No se acabó aquí el cuento.
Aún quedan paradas.
O toda la vida.
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