Mira para abajo nerviosa, toquetea su móvil, se le colorean los mofletes. Es directa y seca. Camina separada hasta el primer bar. Tres cervezas y sale con un corazón emborrachado que no le cabe en el pecho.
Dice que sí.
Camina de nuevo separada de él. El frío se le acumula en la cara, le pica la nariz. Se parte de risa por el camino.
Se sienta otra vez y pide vino. Se salta los carbohidratos por una noche. Ríe de nuevo y dice que sí otra vez.
Caminan hasta su casa. Cuidado, no vaya a aparecer su madre en el portal. Y sube las escaleras.
- Adiós, espero que disfrutaras.
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