Tú no querías entrar en su juego, pero cómo te miraba... Y aunque sabías que era una cosa de tres, siempre te colaba que era la última vez, que no pasaría un día más sin que la dejara. Y no te lo creías, pero tenías falsas esperanzas y seguías besando esos labios compartidos.
- Te quiero a ti, pero no es fácil- repetía mientras te metía mano en los lavabos.
Y otra vez te marchabas a esperar en silencio con muchas lágrimas cada noche. Y no hace falta que te cuente el final.
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