Me gustan esas historias que empiezan con un "Va a ser un viernes de mierda" y terminan siendo distintas: por amigos en común, por dos besos de presentación, cuatro miradas furtivas y dos sonrisas que hablaban. Que se convierten en un sábado al sol, de la mano, de beso en la frente. De ponerse de puntillas y olvidarse de las fotos, del ruido, del mundo.
Y así fue.
Ahora escribo desde estas cuatro paredes, llenas de Post-it. Con la radio sonando, preguntándome cuándo te volverás a poner en mi camino, a posarte en mi pecho. Recordando cómo esas madrugadas me desperté, salí a la terraza descalzo, por si pasabas. Y me volví a la cama, Me arropé, como tú me arropabas. Y me descubrí sonriendo cuando resonó en mi cabeza el "ser valiente no es cuestión de suerte". Ese que tanto tarareabas. Que ahora odio, y tú seguro aún cantas. A otros ojos, a otras manos.
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