Y alguna noche, una cualquiera, da casualidad, te volveré a ver dando saltos con tus amigas en alguna discoteca o apoyada en la barra de algún bar de mala muerte. Y no tendré valor suficiente para confesarte que no han vuelto a abrazarme como tú lo hacías, sin avisarme. Y me iré... dando tumbos me iré.
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