domingo, 19 de abril de 2020

Hasta que suena el timbre

No somos perfectos, eso está claro. Incluso diría que si juntamos todos nuestros defectos, no entrarían ni en el cesto de la ropa sucia.

Dentro de esos más de 27 defectos bonitos hay una virtud enredada por el medio. Es sencilla, solo necesitamos un instante para darnos cuenta de que nos necesitamos.

Y si una noche cualquiera, una madrugada complicada, necesitamos una voz que nos cobije, ahí están las nuestras aunque sean muertas de sueño.

Pillamos la primera ropa que encontramos en el desastre de habitación, ni nos peinamos, casi no nos da tiempo a apagar la televisión… y corremos.

Corremos… corremos sin dejar pasar ni un segundo hasta que hacemos sonar el timbre del otro. Encajamos siempre en nuestro reloj.


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