No sé si será que han pasado los años, pero los domingos de invierno me apetece poner una peli —o unas cuantas— y que el sofá sea nuestro fiel compañero. Una serie, no; si no, no salimos hasta la primavera. De charlas y momentos. Y si llueve fuera, nos acurrucamos los dos. Y debajo de la mantita sonreímos al mirarnos. Espero que los vecinos estén dormidos esta vez. Solo quiero mudanzas si son hasta la cama. Un viaje en la bañera y los sueños que enredan nuestros sentimientos.
Todo ha mejorado desde Casi sin querer, y lo que queda.
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