Me dijiste que todo había terminado y, por una vez, pensaba lo mismo. Es como si al escuchar tu voz diciéndomelo, sonaran a la vez en mi cabeza doscientas canciones de Andrés Suárez.
Aquella canción de Pereza bien podría titularse ahora Ya no eres nada, aunque durante mucho tiempo fueras absolutamente todo. Me daban ganas de sentarme a escribir la canción, aunque no tenga ni idea de cantar. Recogiste tus cosas, sin dejar ni una sola camiseta; es como si todo se quedara sin olor. Sin levantar la vista esperando un «no te vayas».
Aquella puerta sonó débil, ni siquiera hubo un portazo.
Aquella cama para dos seguía sin sitio, incluso diría que menos que antes para mí.
Demasiado grande es esta cama de matrimonio. Que conoce a otras personas para olvidarte y de la que acabo huyendo porque ninguna me hace sonreír como tú.
Allí nos quedamos los dos durante muchas noches, exactamente tus recuerdos y yo.
Dijiste que te marchabas, pero te quedaste demasiadas noches paseando por mi mente. En zapatillas, con ese pijama tan bonito. Pero sin decir nada.
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