miércoles, 22 de abril de 2020

Le dijo la sartén al cazo

Hace unos días que nuestra relación ha cambiado. Discutimos. Pero eso no es novedad, porque nosotros no somos de hablar sino de ladrar. Y así ha ocurrido...

- ¡Ya está bien de que no me hables! ¿Qué te pasa? Vives como el enanito gruñón - exploto ante su pasividad en la conversación.

- Estoy cansado... - me responde sin más.

- Estamos en cuarentena, por favor, ¿de qué estás cansado? - pregunto al límite de perder la paciencia.

- De esto.

- Concreta un poco más, si no es molestia... - hablo con toda mi ironía.

- ¡De que no hagas nada! - se vuelve y me mira a los ojos - De que has tenido la oportunidad y no has dicho nada. Has mirado a otro lado. Has mirado... a otro. Cuando tenías el camino libre. ¿Cómo quieres que me tome eso? - pregunta a voces.

Me quedo callada, en silencio. Esta era la última respuesta que me esperaba.

- Creo que he hecho bien manteniéndome al margen... Precisamente yo - respondo con toda la serenidad del mundo.

- ¿Al margen? ¿Crees que era el momento de mantenerse al margen? O, ¿era el momento de apostar por lo que quieres? - me pregunta con un punto de chulería.

- No voy a ocupar un puesto que no me pertenece. No quiero un puesto en el que tenga que luchar por él, o el puesto, que lamentablemente, ha quedado disponible para usted. ¡No quiero las sobras de lo que otras dejan! - me pongo a chillarle. 

- Era tu oportunidad, Patri...

- ¡Y la tuya! - le grito - La de por una vez en la vida salir de tu zona de confort y enfrentarte a lo que tú quiere. Mover ese culo y decidir por una vez, qué es lo que quieres.

- ¿Cómo voy a luchar por alguien que no emite ningún tipo de señal y se mantiene al margen? - me pregunta.

- No quiero ser la pieza de sustitución para que tu vida no cambie, ni se altere. Quiero más, ¡aspiro a más!

- ¿A un gilipollas nuevo? - me pregunta mientras me río.

- Al parecer estoy rodeada, ¿no? 

Nos quedamos en silencio. No nos miramos. Empate. 

- ¿Qué estamos haciendo? - me pregunta entre suspiros. 

- No lo sé... Te juro que no sé a qué estamos jugando. 

- ¿Estamos jugando? - pregunta asombrado. Y yo me encojo de hombros, porque no sé ni qué decir.

- Me voy a ir, no tengo el día... - me quejo.

- Nunca tienes el día para enfrentarte a las cosas.

- ¿Me estás llamando cobarde? Le dijo la sartén al cazo. No empieces una pelea que no vas a saber terminar, ¿me escuchas? 

- Vamos a dejarlo - propone.

- Sí, mejor - por un momento, estamos de acuerdo.

Patri Izquierdo Díaz


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