Buenas noches, Campanilla.
Es la una de la madrugada, y me he puesto a ver fotos. Fallas. No faltábamos a ninguna. Era nuestra cita fija de cada año. Que bien te sienta el mar de fondo y la arena aunque no te guste nada porque te manchas. No sé qué me pasa esta cuarentena, pero una videollamada a la semana me parece poco. Me está apeteciendo quedar más, verte más, estar contigo más... Esta cuarentena, me estoy volviendo loco. Sueño con cada recuerdo que tenemos, me evado mucho al pasado, y no me preguntes por qué, no lo sé. Tampoco estoy detrás de la respuesta a mi pregunta. Simplemente que siento que debo estar contigo en estos momentos tan duros para ti.
Escúchame bien. No te permito que te rebajes a la gente que no merece la pena, ni que te crees tú sola más problemas, despide a quien no te aporta nada. Y vuela tan alto como desees. Quien te quiera de verdad, te acompañará en el vuelo. Aprenderá a volar si eso es lo que te hace feliz. Yo lo hice. Y me quejaba por estar con alguien que me daba demasiada vida, cuando yo quería tranquilidad. Ahora estoy tranquilo, demasiado. Es complicado cuando conoces lo que es la energía en estado puro. Cuando tienes a una persona que como un hada, está revoloteando todo el día, sacándote a la calle, de viaje, creando situaciones ridículas, y discutiendo a todas horas. Ahora predomina el silencio. Todo organización y tranquilidad.
Ojalá pudiera echar atrás el tiempo y no despegarme de ti. Daría todo lo que tengo por una noche más a tu lado. Una noche, digo... 19 días y 500 noches. Me haces falta tú... Campanilla.
Peter Pan
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