miércoles, 29 de abril de 2020

Nos vemos, WonderWoman

- Que mal te quedan las coletas.

- ¿Te he preguntado? ¡Tú sí que me quedas mal! - digo apretando el botón del ascensor.

- No va a bajar porque hundas el botón - se queja.

Miro hacia arriba, ya empieza a moverse. ¡La virgen! Lo que tarda. Tenerle tan cerca me pone nerviosa y le miro de reojo. Sé que me está mirando igual. Es verdad que nuestra relación se ha distanciado estas últimas semanas. Creo que le echo de menos. Pero no es la primera vez que sin hablarnos estamos aquí, juntos. 

Las puertas del ascensor se abren y entramos a la vez.

- ¡Qué bruta eres! - me regaña.

- Las mujeres primero - le recrimino.

- Las mujeres... - susurra mientras se ríe.

Aprieta el número de mi piso y me apoyo en la pared del ascensor lo más lejos que puedo estar de él. Me mira. Le miro. Me reta y le saco la lengua, cuando se me abalanza encima y coge mi cara, besándome con desesperación, me muerde mi labio inferior, tira de él haciéndome daño. Empieza a agarrarme de las piernas y me sube hasta él. Y me engancho a su cuello, ahora soy yo la que le beso con deseo, con desesperación, con muchas ganas... Le aparto de mi y empiezo a besarle el cuello, a hacerle círculos con la lengua, pero me aparta para romper mi maya de un tirón y dejarme una pierna al desnudo.

Se desabrocha el pantalón, aparta mis bragas y se introduce dentro de mí. Me empotra contra la pared una y otra vez, introduciéndose más y más dentro de mí. Suspiro y jadeo en su oído, se le pone la piel de gallina.

- Siempre es tan fácil contigo... - me susurra, y me deshago entre sus brazos. 

Le miro a los ojos mientras siento que me falta poco para correrme. Me mira y apoya su frente en la mía, me besa, pero esta vez, suave, poniéndome la carne de gallina. Y de una última estocada, nos vamos los dos, a la vez... 

- ¿Qué estamos haciendo? - le pregunto sin apartarme de su boca.

- Haces que me pierda... No puedo controlarme - y lo dice más para él que para mí.

Le cojo la cara y hago que me mire a los ojos. Le beso los labios, primero uno y luego el otro. Y le hago que no deje de mirarme, y finalmente le abrazo. No me movería de aquí en lo que me queda de vida. 

- Tenemos que irnos... - me dice al oído. Y asiento. Estamos en el ascensor.

Me miro al espejo, tengo el pelo revuelto, los labios hinchados y las mayas con una carrera enorme. Espero que no se note al llegar a casa. No podemos dejar que pase esto otra vez. Y estoy dispuesta a decírselo, cuando me coge la cara y me besa. Suave, me besa las mejillas, me besa la frente y la nariz. Me pasa la mano por el pelo y presiona el botón para que se abran las puertas.

- Nos vemos, WonderWoman.


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