jueves, 23 de abril de 2020

Dejar de creer...

Hoy quiero contarle a alguien que no conozca mi historia cual es mi idea acerca del amor. Siempre he pensado que es más fácil hablar con alguien que no te conoce, por la sencilla razón que no va juzgarte por lo que hiciste, por lo que te contradijiste y en caso de que lo haga, probablemente su opinión no te interese…

Aunque estamos en cuarentena, me gustaría estar sentada en una terraza. Buena compañía, con una cerveza, una silla que me permita moverme lo suficiente mientras hablo y unas gafas. No es que haga mucho sol hoy, pero ocultar mis ojos me da seguridad, ya que suelen hablar antes que yo. Y mis expresiones son bastantes más claras.  No quiero que me delaten… 

No hace mucho me dijeron “aterriza, no vivimos en un cuento de Disney” se, que a voz de pronto, es una frase cualquiera que se le dice a una niña que vive en los cuentos de princesas. Quizás no parezca dañina, pero a mí me dolió. Hay una parte muy infantil de mí, que adora Disney y por mucho que le gente lo critique no lo voy a cambiar. Y lo segundo ¿tan malo es creer en el amor? 

Reconozco que yo antes quería un cuento. Quería ser la princesa de una historia bonita. Pero con el paso del tiempo me di cuenta que de princesa tengo poco… me quedaba en princesa desteñida y si me apuras un poco, era la bruja de la película. Pero eso no me hizo dejar de pensar que hay una persona hecha para mí. Ahora se lleva mucho eso de... “cada uno puede bajarse la luna solo” ¿pero a quien no le gusta que le lleven hasta ella? 

Hablar de amor es complicado… se que un queriendo ser una persona fría, soy una romántica empedernida. Detallista. Cuidadosa. Emotiva. Sentimental y sobre todo… Intensa. No se querer a medias. Y el problema es que muchas veces queremos recibir sin dar, y no señores... “aquí o foll… o la put.. al rio” como dirían en mi pueblo. Esperamos a que lo haga el otro. ¡Hay más de uno con complejo de princesa y princeso!

Y si, como todo ser humano en algún momento me he rendido. He llevado por bandera que esas cosas no se buscan. Y aunque en ocasiones deje de creer, y deja de confiar en las personas.  Y aunque cambie el caballo por un coche. Aunque cambie un castillo por mi casa del pueblo y cambie el estar esperando a que se decidan por decidirme yo. De repente llega una amiga y me dice que se coge un taxi, que necesita saber que siente por esa chica con la que lleva hablando las horas muertas de esta cuarentena. Se salta el confinamiento. Hace una locura por amor.

Y pienso… ¿por qué no seguir creyendo?

                                                                                                            Des(orden)ada


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