Dame un ratito con mis amigos. En los que vengan unas cervecitas bien fresquitas y unas patatas onduladas. Que entonces las risas vendrán solas junto con nuestro estúpido intento de solucionar todos los problemas del mundo en cinco minutos desde una terraza.
Que nunca funciona, pero lo pasamos tan bien que merece la pena pedir otra ronda. Por seguir probando. Si puede ser con tapita. Por si ya volvemos cenados a casa. Que, si suena una canción, le seguimos el ritmo con la mirada.
Por tantos abrazos, cotilleos y ataques de risa.
Por nuestra manera de arreglar nuestro mundo, por olvidarnos de los problemas por un rato. Que nunca falten.
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