Antes de que tus ojos se mezclaran con los míos, antes de que nuestros labios fueran uno aquella madrugada, antes de que nuestras primeras palabras se cruzaran…
Antes de todo eso, yo ya había perdido la esperanza de que apareciera alguien que me ayudara a volver a confiar. Fueron demasiadas decepciones las que trajo el paso del tiempo que no me permitían volver a hacerlo. Cero ganas tenía de volver a sentir ese dolor tan intenso.
Pero poco a poco, casi sin darme cuenta,«casi sin querer», diría yo, me hiciste ver que tus ojos nunca traerían mentiras. Que habría días mejores y otros peores, pero que jamás me dañarías.
Y ahora adoro los domingos, me ilusiona verte sonreír.
Ira comer fuera a algún restaurante barato que no conoce ni Dios.
Tu me lo has puesto difícil, no te vayas.
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