"Esta bien tener un final para un viaje, pero al final, es el viaje lo que importa"
He tardado tanto en escribir sobre mi viaje a Lisboa, porque no sabía cómo enfocarlo sin dar lugar a malos entendidos y que tras escribir reciba yo un "copia y pega". Algún día os contaré qué es eso exactamente.
Pues para empezar, quién me conoce sabe que adoro la tierra vecina. En Portugal cumplí 18 años y siempre me parece un buen sitio al que volver. Me siento en casa. Sus costumbres, sus calles, ese mar que se mezcla con el río, sus islas... Me parece que enamoran al que pasa por allí. Tras volver a Lisboa, tengo que decir que mi corazón lo mantiene Oporto bien sujeto. Oporto es la ciudad ideal.
Bien, pues, viajar con alguien es algo íntimo, necesitas un grado alto de confianza. Te va a ver recién levantada, te va a ver en pijama, te verá desayunar posiblemente con legañas, sabrá lo que tardas en la ducha, cómo te maquillas, lo ordenada que eres, tus costumbres, tus normas y reglas, tus gustos y hasta qué posición es tu preferida para dormir. Un viaje es algo especial. Al menos para mí, ya que soy muy celosa de mi intimidad. Soy tímida, y me siento juzgada siempre por los demás.
Pero no fue así, porque con él es muy distinto todo. No me siento juzgada, no pretendo impresionarlo, de hecho, no he intentado impresionarle en ningún momento desde que le conocí, y eso es genial, es quitarte un peso de encima, sacarte ese palo del culo que a veces llevamos. La convivencia, en mi opinión fue bastante buena, supongo que ambos vimos cosas que nos gustaron y otras no tanto. No he hablado de este tema con él, porque ya os digo, me da igual, esta soy yo. Si le gusta bien y si no, también.
En cuanto a lo cultural, me sigue el ritmo en el sentido que se mete en cualquier iglesia que tiene la puerta abierta. Disfruta del arte, de la historia creo que no tanto, por eso no le di la brasa ante algunos monumentos. Sé que lo de andar no es su fuerte, pero... Por eso digo, me siguió el ritmo. Para hacer turismo hay que moverse, ver castillos y palacios, iglesias, seas creyente o no, ¡es arte! Me gustó ver que también ese lado cultural podemos compartirlo. Además, está aprendiendo a llevarme, sabe cuando pararme los pies, sabe decirme las cosas... amablemente, y eso sí que me revienta un poco. Las cosas se hablan, se dicen y no por quedar bien, sino porque es posible que yo haga cosas que le molesten y no me entere. Dejemos de ser amables si estamos buscando una relación (sin nombre ni etiquetas) más sólida y que vaya evolucionando.
En cuanto al turismo de naturaleza, se le ve disfrutar más, y yo no me quedo atrás, aunque tenga que pararme tres veces en una escalinata de 300 peldaños. No importa, yo subo, yo bajo, yo monto en barco y si hace falta en globo. No tengo miedo a nada y eso que soy una gran patosa. Pero bueno, no quiero dejarme nada sin hacer antes de morirme. La vida son dos días, y viajar me parece la mejor inversión. Él, en cambio, parece más centrado a la hora de valorar los peligros. Pero bueno... Cada uno es como es.
Del viaje poco más que comentar. De él, tampoco mucho más. Ya ha conocido todas las versiones de mí: la diva, la enfadada, la de reírme por ver una caída (lo que me gustan las caídas), la de depre y plof, incluso una que creo que no había visto ni sentido en sus propias carnes.
Cuando tengo un problema, me encierro en mí, no sé pedir ayuda e intento solucionar todo yo sola. Sé que a veces no se puede, y que haya una mano amiga al lado siempre está bien. Pero soy así, y lo peor es que me doy cuenta tarde. Siempre cuando la he cagado. Me encanta echar a la gente de mi vida, porque pienso que soy una especie de SuperWoman o algo así. Y no, lo que intento es salvar a la gente de estar conmigo. Yo no soy buena para nadie, no creo que merezca cierta clases de atenciones (si leyera esto mi mejor amigo, me pegaría), ni creo que merezca esas miradas que a veces veo de pena... "Si yo pudiera, te sacaría de ahí", no, tengo que poder yo, para sentirme más fracasada si puede ser, para sentirme peor conmigo misma. Mi peor enemiga, soy yo. Y eso él, no lo sabe, no lo entiende. No sabe que estoy intentando salvarle de mí. Y se sigue quedando. Pero descubrirá cómo soy, algún día verá que no merece la pena quedarse conmigo. Sino, que piense en mi historial. Él sabe mi vida en verso. ¿Por qué? Porque con él es fácil.
Con mi mejor amigo pienso más las cosas, qué decir, que no decir, qué le puede preocupar... con él no, porque no creo que tenga que me tenga el mismo nivel de aprecio que mi mejor amigo. Simplemente por los años.
El otro día, en su nave, me dijo, que creía que no le contaba todo. Está muy equivocado. Primero, porque soy de contar todo, hasta de ¡se me ha roto una uña!, lo segundo, es que con él, me sale, me sale decirle hasta que mi ex me ha escrito, porque precisamente no tengo por qué ocultarle nada, porque esta soy yo, esta es mi vida y estas son las personas que han pasado por ella. Me gusta hablar con él, por eso no entendí que pudiera tener esa sensación. Creo que es con la persona que más me gusta hablar que no es de mi círculo, quiero decir, que no forma parte de mis amigas, ni es mi mejor amigo, ni es una persona que lleva conmigo años. Porque soy bastante antisocial, pero con él, pues no. Algún día lo hablaré con él a la cara. Sabe que no me importa decirle cuatro cosas si hay que hacerlo, no tengo tapujos, lo que pienso lo digo y es más, en el viaje, me sorprendió algo... Va reconociendo mis gestos, mis miradas, mis silencios... ¡mis silencios! A veces, pensé que podía leerme la mente, y me sentí transparente y vulnerable. Porque si es capaz de eso, la coraza de diva, con él ya no vale. Y la única forma de protegerme es... Seguramente la que llevo haciendo estos días, balazos, cañonazos, malas contestaciones, creando distancia y volviendo a los rechazos. Pero es que me ha dejado sin lugar en el que esconderme. ¿Y por qué has de esconderte? Pensaréis... Pues porque todos los que aparecen por mi vida, me hacen daño. Y luego soy yo la que llora, y la que está mal. Prefiero echarlos antes yo.
Como veis, la relación tiene algunos avances, yo hago que a veces se estanque. Pero es inteligente, pronto pillará el truco, y ya no habrá vuelta atrás. Es inteligente, porque listo no, siempre se lo digo, va dando tumbos por ahí, siendo amable como dice él. Pero poco a poco va deshaciendo nudos, va conociendo, y lo único que me sorprende, es que aún no haya huido. ¿Veis? Inteligente sí. Listo, no.
Para finalizar, es bonito que una persona comparta contigo tantos gustos, opiniones, problemas, dilemas, el día a día, un viaje. La verdad es que parece que le conozco desde hace años. Hemos hecho muchas cosas y hablado de todo en muy pocos meses. Me parece alucinante, estoy más sorprendida conmigo misma que con el hecho en sí. Seguiré con mi actitud, de día a día. Discutiremos, seguramente por mi culpa, ya te lo aviso, si lo lees. Habrá momentos de tensión, también por mi culpa. Porque me va la marcha, pero espero que de todo salgamos... No quiero pensarlo, no quiero pensar en un futuro, no quiero planear a largo plazo, porque luego todo se estropea y te das el batacazo. No. Esta vez es distinto, porque todo con él es distinto. Nunca había conocido a nadie por internet. Ya el comienzo es distinto. También creo que falta mucho para llegar a conocernos. Él me descoloca muchas veces. No entiendo ciertos comportamientos, a veces, no le pillo. Él también lo sabe. Es que sabe todo. Cualquier cosa que cuente, ya lo he hablado con él.
Bueno, pues os dejo ya. Ir a Lisboa, chicos. Viajar a Portugal, que es una pasada.
Patricia Izquierdo Díaz
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