Estoy harta no. Muy cansada de tener que justificar todo lo que aquí escribo. A veces, las entradas son ficticias, es decir, para aquellos que no comprendan, son inventadas. Otras son reales, lo que sí tienen en común, es que van firmadas por mí. ¿Sabéis por qué? ¡Porque las escribo yo, coño! Las dos, ambas, ¿queda claro? Y sino, me la pela.
Estoy metida en una nueva novela, super ilusionada, voy a contar la historia más bonita que he vivido, con un personaje que sí, que es real, y que acabaréis enamoradas de él como yo lo estuve tanto tiempo. Pero me cuesta sacar tantos y tantos recuerdos del armario. Los estoy ordenando y necesito mi blog para ponerme a prueba, a mí, personalmente, como escritora.
Para practicar, siempre elijo a mi primer personaje, de mi primera novela, por cercanía, por confianza, por cariño y porque le echo de menos. Fue mi primera producción. Y muchas horas con él. Ese personaje está basado en un amigo. Y él, el personaje, me acompañará toda mi vida. Al igual que mi amigo, lo puede tener claro todo el mundo porque es algo que no voy a cambiar, de hecho, que no quiero cambiar. A ese personaje le haré pasar por miles de situaciones que me ayudará a redactar en futuras novelas y con nuevos personajes de ficción.
Quien no entienda esto, es un auténtico analfabeto, porque lo primero es que no entiende de qué va esto, es más, ni lee. Entonces, sí, me cabreo de dar explicaciones cuando creo que no son necesarias, no tengo por qué darlas, y encima lo hago público y se lo envío con tal de tener su opinión. Fíjaros, ¿eh? Pedir opinión sobre un relato a una persona que no lee. Pero me hacía ilusión, oye. Y, ¿por qué no? Pues toma zasca, encima se hace el digno. Cuando, REPITO, no tengo por qué dar ni una puta explicación a nadie. Y sí, repito de nuevo, porque como no lo entiendes. A NADIE. Nadie también te incluye a ti.
Y si lo sigues sin entender, ese no es mi problema. Yo tampoco entiendo muchas cosas y aquí estamos.
¡Ah! Y vuelvo a firmar yo, sí, esto también lo he escrito yo.
Patri Izquierdo Díaz
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