Echo de menos ser niño. Creo que a todos nos pasa en algún momento de nuestra vida. Ese complejo de Peter Pan que nos sigue en las sombras, que nos recuerda que la vida era mucho más sencilla antes de crecer. Echo de menos las risas y los amigos, las riñas, las canciones. Jugar, jugar y jugar. Como si no hubiera un mañana adulto acechando a la vuelta de la esquina.
Echo de menos la ausencia de estrés, de ansiedad. Vivimos en un ataque continuo que nos cobra en salud, en insomnio, en una falta total de cuidarnos a nosotros mismos. Como si crecer significara olvidarnos.
Ojalá pudiera ser niño otra vez, pero serlo siendo adulto. Ser capaz de tomarme las cosas como antes. Quizá debería empezar a preguntarme qué haría ese niño que, estoy seguro, aún sigue escondido en algún lugar dentro de mí. Protegido y asustado de la persona ocupada en la que me he convertido.
Alejandro Ordoñez
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