Sé que no fui fácil, por eso te pido perdón y te doy las gracias. Perdón por los daños, por las heridas, por hacerte sufrir de vez en cuando. Sé que no te lo merecías, pero soy así. Tropiezo demasiadas veces con las mismas piedras, como si creyera que algún día serán ellas que se quiten de mi paso. Y siempre pierdo.
Lo siento por cada vez que te hice llorar. Qué horrible sensación es saberte el motivo de las lágrimas de cualquier persona, más aún cuando la amas tanto que darías lo que fuera por hacerla feliz. Pero no lo consigues, no sabes cómo. Quizá visto desde lejos parezca obvio: tu sitio no era ahí.
Si embargo, no es fácil dejar de luchar, dejar de amar, dejar de darlo todo para que algo funcione.
No es sencillo amar a alguien que no está hecho para ti.
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