Ya no esperaba a nadie. Tanta decepción hace que no confíes en ilusionarte de nuevo. Y no sé, apareciste, pero no hiciste que se detuviera el tiempo.
Conseguiste que caminara más despacio pero sonriente. Como la hormiga que lleva comida a casa.
Te veía cantar "Caramelo" y me encanta tu pelo. Brillaba hasta en una coleta. Mi sonrisa parecía hasta bonita cuando sonreía por ti. Y no necesitaba más que tu mano entre mi mano.
Después me dejaste una talla 38 olvidada en mi cama. Sin avisar. Con olor a ti. Un sujetador con las marcas de mis dientes. Unas cuantas canciones antiguas de tu iPod. Y recuerdos a montones acumulados en los cajones. He vuelto a no usar paraguas, ya no puedo taparte. Se acabaron los besos fríos por la ciudad.
Respiro. Pero ya no vivo...
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