miércoles, 18 de marzo de 2020

Y ya llegó tu carta... ¡Impaciente!

¿Cómo lleváis el encierro?

Yo no me quejo, me paso el día haciendo ejercicio para estar en mi habitación aislada de todos los demás. Estar aquí 24 horas no es fácil. Y más cuando llevo meses que no piso mi casa. De nada, a todo, de venir solo a dormir, a estar aquí todo el santo día.

Empiezo a volverme loca. A echar de menos a mis amigos. A Sandra, a Belén, a Paula, Patri, etc, etc... Pero estoy cansada de estar detrás de una pantalla de móvil. De estar tecleando letras sin ton ni son porque no hay mucho que contar, lo único de lo que hablamos es del aburrimiento que tenemos encima.

Ayer salí, y comprobé que te echaba mucho de menos. Que vernos todos los días es más que una rutina para ambos. Verte 5 minutos me hizo ser consciente de muchas cosas. Que no soy tan dura como parezco, que ahora... aunque me esconda detrás del deporte, necesito a mi gente al lado. Necesito abrazos, besos, mimos... De mis amigas y de ti. Hoy he empezado a echar de menos a mi valenciano. A echar de menos... a todos.

A recordar como era salir. Yo llevo desde el miércoles aquí metida. ¡Una semana! Desde que cerraron los colegios. A mis osos también les echo de menos. Hoy he sabido de dos de ellas. Me hace muy feliz que sus madres me hayan tomado como una más, y me envíen lo que hacen, me pidan actividades y consejos para hacer en el día a día. Estoy muy orgullosa del trabajo que tengo y el cual me da la vida.

Bollo... Me encantaría poner tu nombre algún día, pero es jugar con fuego, gracias por hacerme valorar todo lo que tengo en cinco minutos, apuesto que ni siquiera eres consciente de ello. Esta tarde me has hecho reírme como hacía tiempo. Hacemos un buen equipo, ¡se me pone la piel de gallina solo con pensarlo! Con sentirlo... No es amor. No estoy enamorada, simplemente orgullosa de lo que tenemos que puede que nadie comprenda, pero que nos da igual. Es algo que no tendremos con nadie más, ¿es química? ¿Es confianza? ¿Son los tropecientos años que llevamos juntos? 

Dudo mucho que encuentre a alguien que esté a tu altura y me quiera tanto como me quieres tú. Aunque me grites y me ladres. Que me quiera por encima de todo, y haga lo que está en su mano por verme feliz. Soy muy afortunada al tenerte cerca cada día de mi vida. Tus llamadas, tus quedadas, tus bromas, tus broncas, tus detalles... No eres el hombre perfecto, ¡ni mucho menos! ¡Ni yo! Pero me encantas por como eres, por tus virtudes y tus defectos... Por ser tú, único e inigualable. Porque para mí eres el amigo perfecto, el hermano, mi apoyo, mi mundo, mi sostén... Y porque sé que tú, a tu manera, me buscas cuál gato, arisco y sin que se note que también me necesitas tanto como yo a ti.

No sé quién es más cactus, amigo. Aun siendo los más despegados del país, no cambiaría un momento contigo, ni un abrazo, ni un beso, ni una pelea. Absolutamente nada. Viviría en nuestra imperfección siete vidas más. Eso es amor, lo demás son tonterías. Amor en el más amplio de los sentidos. Amor sin límites, sin etiquetas, sin nombres. La suma del orgullo, el cariño, la veneración y admiración, la confianza, la lealtad y la seguridad de que tú no me abandonas. Creo que acabo de dar con el secreto. Los ingredientes de nuestra Coca Cola, que seguramente seamos Pepsi, pero, ¿y qué? Somos nosotros, con eso ya nos vale.

Nos vemos pronto... Comprando una o dos barras de pan.
Te quiero mi bollo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.