"No sé quién es, pero hace de sol en el vagón del metro"
Lo que más me fascinó de Madrid, nada más mudarme, fue el metro. Me encantaba observar a tantísima gente que no volvería a ver; también jugar a imaginarme sus vidas; intentar adivinar sus trabajos, a dónde iban, de dónde venían...
En aquella época me sentía muy solo porque apenas conocía a nadie en la ciudad, y supongo que, por eso, poco tardó en salir el enamoradizo que llevo dentro. Comencé a sufrir enamoramientos fugaces de chicas que veía en el metro. Nada serio, sólo amores platónicos de entre tres y siete paradas, como mucho. Pero suficiente para inspirarme a escribir.
Esta parada es un poco trampa porque no corresponde a ninguna chia que considere especial en mi vida, sino a varias. Pero me hace mucha ilusión añadirla porque, quizás, y sólo quizás, puede que este libro llegue a manos de alguna de esas chicas a las que alguna vez les escribí, a escondidas, viajando en el mismo vagón de metro.
Y me parece imposible, pero mágico al mismo tiempo, pensar que una de ellas lo acabé leyendo sin saber que fue la que me inspiró en algún momento.
En especial una.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.