Sé que tardarás en leer esto, pero no me preocupa, ni siquiera te avisaré de que lo he escrito. Ayer, Belén se fue a Alemania. Ayer supe, que no habría más McFlurrys en la Serna, que volveré a Madrid en breve y ella no estará. Ayer me di cuenta, de el que "me voy a Alemania" no era un decir, sino un hecho.
Sí, es una de las pocas personas que yo pondría la mano en el fuego. Y que estos días he estado evitando porque pocas veces la he ocultado nada, y lo he hecho por salvar a ciertas personas. Pero lo he visto claro. Ella. Siempre será ella, esté en Alemania o en China. Siempre la voy a elegir, porque aprendemos de nuestros errores, porque como dice ella, podemos discutir de todo y no pasa nada si la amistad es de verdad. Y para mí lo es. Ella es la antítesis de mi vida tan necesaria para encontrar el equilibrio. Y ahora está muy lejos.
Hablar con ella por videollamada, ver su nueva vida, su nueva casa, como ha conseguido independizarse, me hace muy feliz. La veo bien, y quiero, deseo, que la vaya increíble entre tanto alemán. Pero no puedo dejar de sentir ese pellizco en el corazón al ser consciente de que ya no está.
"A un WhatsApp de distancia", pero no a un McFlurry. Duele que las despedidas siempre sean en verano. El motero el año pasado, y este, ella, parte de mi mundo. Lo que la quiero no cabe en palabras. No sé si es consciente, pero me da igual. Ya la echo de menos, y se me escapa alguna lagrimilla solo de pensar que ya no habrá paseos por Polvoranca o por Parquesur, que ya no habrá tardes de "gordis". Pero es su vida, y estaré ahí siempre que lo necesite. Porque a ella, siempre la elegiría una y otra vez como amiga. A pesar de todo, como dice Peter Pan... Belén, te quiero "a pesar de..." Y es la forma más bonita de querer.
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