- Sabía que estabas aquí... - me dice una voz detrás - Cuando apagas los datos, cuando no contestas...
No le dije nada. Quería estar sola. Seguí mirando la pequeña laguna del parque de Butarque.
- ¿Dani? ¿Es lo que te preocupa? - me pregunta mi Bollo - ¿Belén? Venga, Patri... Lo que se queda dentro, se enquista, ¿no? Cuéntamelo, me dijo apoyándose en la barandilla de madera.
- Es todo y no es nada - le miré de reojo. No me miraba - Eres tú, soy yo. Son ellos. Es mi futuro.
- Todo va a salir bien... - me dijo - Y si no sale, haremos que salga.
- Y lo nuestro cómo haremos que salga, explícamelo. Por empezar por un tema - inicié.
- Es difícil... - contestó.
- Prefiero estar sola... - me dije levantándome del embarcadero, pero me agarró del brazo.
- Ven - tiró de mi hasta que me senté a su lado - No he venido a molestarte. Siéntate, anda.
Me cogió de la cabeza y me la apoyó en su hombro, acariciándome el pelo, repartiéndome besos por la cabeza. Cogiéndome como si me fuera a romper.
- ¿Te he dicho que te quiero? - me pregunta en un susurro.
- Quiéreme menos y quiéreme mejor... - me moví incómoda. Y le escuché suspirar.
- Yo sí que te quiero. Eres tú, no tengo ninguna duda. Aunque no tengas los ojos azules, aunque no tengas grandes conocimientos y metas la pata hablando, aunque no seas en absoluto mi prototipo, aunque no cumplas con nada de lo que buscaba... Pero sé que eres tú solo con mirarte. Creo que por mi parte, está hecho todo... - le dije en voz baja, que solo lo escuchara él, apoyada en su hombro mirando la laguna.
- Lo sé - afirmó.
Así permanecimos bastante tiempo. Me sentí arropada, en casa, como cada vez que me abraza. Me siento segura. Para mí es él, pero el amor no lo es todo. El concepto del amor no tiene fuerza y no mueve montañas, son las personas, las que con su esfuerzo y su corazón han de moverlas. Y si no es por ambas partes... El amor por muy de verdad que sea, no puede con todo.
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