- ¿Recuerdas la noche del 4 de enero de 2019? - me pregunta mirando las estrellas.
- ¡Dios, no! ¿Qué pasó?
- Fue nuestra última noche que pasamos juntos - me respondió - Luego apareció el motero y... me abandonaste.
- Oh, sí. Seguro que sufriste mucho - me reí mirando yo también las estrellas.
- No, pero tú sí. Y eso, aunque no te lo creas... Me duele.
No me esperaba su respuesta. ¿En el fondo había sido importante para él?
- Nacho... Sólo eras mi 112. Nada más. Los sentimientos, incluidos el de pena, no entran en el papel de 112 - me reí con un pequeño golpe en el corazón.
- Has cambiado... Eso es lo que me jode. Te dejé siendo una niña dulce, amable y que escuchaba Pop, y ahora me encuentro a una chica dura, poco sensible, que busca la bronca porque se mueve bien en la guerra dialéctica y con poco corazón que escucha rock del duro...
- Del que no te hace pensar demasiado - le respondo.
- Del que escuchan las personas rotas...
Miro las estrellas, empiezo a sentirme incómoda. ¿Y las estrellas fugaces? ¿Acaso no hay ningún deseo para mí?
- ¿Qué te ha hecho ese chico? - me pregunta esperando una respuesta.
- Me ha hecho madurar.
- Eso no se llama madurar, Patri... Es tocarte y hundirte, partirte en mil pedazos y abandonarte a tu suerte. Te lo digo yo. Eso lo hemos hecho todos.
Me callo. Porque últimamente le doy muchas vueltas al tema cuando se suponía que era caso cerrado.
- Me habían dicho que habías adelgazado mucho, pero, no te veo delgada, te veo consumida, y no me gusta...
- Pues no me mires - y me río para quitarle hierro al asunto.
- No queda nada de ti... Unos ojos vacíos, ojeras... Ojalá te miraras al espejo con las mismas ganas de comerte el mundo con las que te conocí.
- El mundo es el que es, Nacho. Ya no espero cambiarlo... Simplemente sobrevivir, y ya es bastante.
- No hemos venido a sobrevivir. Sino a vivir, y no lo estás haciendo.
- Quizás una estrella fugaz cambie el rumbo de mi vida - otro nuevo intento por zanjar la conversación.
- Una estrella va a cambiar poca cosa. Tú eres la que tienes que cambiar - me responde con un tono más elevado.
- ¿Sabes? Creo que ninguna estrella se va a mover ahí arriba, así que deberíamos movernos nosotros. Empieza a hacer frío - le dije mientras me levantaba.
- Patri... - me llama cogiéndome de la mano - Es que me ha impactado verte así. Perdóname si te he ofendido. Pero te tengo cariño, al fin y al cabo, somos familia... No dejes que nadie te hunda, que nadie te borre la sonrisa más bonita que he conocido. No de esta forma...
Le abracé. No consigo decir palabras sobre este tema. Pero le abracé porque era lo que necesitaba. Sentirme querida en los brazos que dicen conocerme. Y me acurruqué. Esperando que una estrella cumpliera mi deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.