lunes, 10 de agosto de 2020

Cásate conmigo, ¿no?

 - ¿Ya te vas? - pregunto mirando la pantalla del móvil - Son las ocho de la mañana - me quejo.

- Si no me voy ahora no me voy en la vida - me responde terminando de hacer su maleta.

- Es que nadie te ha echado de mi vida - y le sonrío acurrucándome entre las miles de almohadas que tengo.

- Créeme que el primero que no te quiere abandonar, soy yo - e dice al oído y besándome el pelo.

Mientras yo pienso en silencio... "desde luego que eres el primero que no me abandona".

- Oye - le llamo casi en un susurro - Cásate conmigo... - me mira y se ríe. 

- No necesito unos papeles para demostrarte cada día que eres lo más importante que tengo - me responde dándome un beso, uno tras otro por toda la cara - Gracias por este fin de semana...

- Es lunes - le digo en voz baja con tal de llevarle la contraria.

- Y si pudiera volvería a ser viernes para quedarme aquí contigo - me mira a los ojos - Te quiero.

- Pero yo mucho más... - me río con una bandada de mariposas en mi tripa.

- Eso es imposible WonderWoman - me dice mientras se vuelve a meter en mi cama y acaricia mi tripa.

- ¿Qué te apuestas a que no te vas? ¿Me estás haciendo cosquillitas? - le preguntó levantando una ceja.

- ¡He dado al interruptor! ¡Apágate! Me tienes seco... - me dice mientras me besa el cuello.

- Tú sí que me tienes seca. ¡Hasta tirones y calambres tengo en las piernas! Me vas a matar... - me quejo.

- De placer, y de mucho, mucho amor... - me besa en los labios, un pico, después uno más largo - Me voy, ¿qué voy a hacer contigo?

- ¿Quererme más y más... hasta que te cases conmigo? - me siento a ahorcajadas encima de él.

Me mira pero no dice nada. Me da igual. Me has hecho la mujer más feliz este fin de semana. El futuro es incierto para todos, y te dije que iba a luchar por ti. Es lo que estoy haciendo, porque cuando hemos estado entrenando, comiendo, en la piscina, a caballo, de paseo... Te he mirado sin que te dieras cuenta y... Eres tú. Siempre has sido tú. Te quiero como nunca he querido a nadie, y me has traído de nuevo la felicidad que creía olvidada a mi vida. Has hecho magia con tus actos, palabras, besos y momentos, momentos solo nuestros.

- Tengo que irme, Patri... - le pongo un pucherito al que besa y muerde.

- Avísame cuando llegues a casa, ¿vale? 

- Te quiero - me dice dando un último beso y acariciando mi pelo revuelto.

- Yo más...

Y le veo irse por la puerta a través de mi ventana. No sabes cómo te voy a echar de menos...


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