miércoles, 12 de agosto de 2020

Madrileñas por el mundo

Así, a la aventura, llegaron ayer al pueblo mi futura alemana y su amiga a Plasencia, a mi Extremadura querida.

Una penúltima vez siempre Belén, como dijimos el día que celebramos mi cumpleaños. Como voy a echar de menos tu locura y tus planes sin planear.

- No te quejabas de que la vida no te sorprendía, ¡pues ya estoy yo para hacerlo!

Así se despidió anoche mi loca... ¿Qué más te puedo decir que no sepas? Que te quiero un mundo, como siempre y cada día más...


Pero esta entrada no es solo para ti. Quería tener una palabras con ella, con Ainoa. ¡Qué se nos va la petarda! Y bueno, ya te dije ayer que tenía mis dudas sobre ti cuando te conocí, me dabas entre respeto, un poco de reparo y pensaba: ¡qué mal la debo caer! Pero poco a poco, con las veces que nos hemos ido viendo y sobre todo por como actúas con Belén, te he ido conociendo. Y quiero que sepas que las palabras que te dije ayer, son de verdad. 

En Plasencia, en mi pueblo, en Fuenlabrada o donde sea, si necesitas algo, aquí estoy. Supongo que me queda mucho por descubrir de ti, muchísimo, pero si Belén te tiene en su vida, es porque merece la pena seguir conociéndote.

Gracias a las dos, porque ayer, en un día muy oscuro y lleno de tormentas, no solo meteorológicas, fue como un respiro de aire fresco. Fue como un sueño, en el que piensas muy fuerte que ojalá estuvieran aquí conmigo... Y, ¡sorpresa! Aquí estabais... en mi "lugar en el mundo", en el sitio en el cuál me escondo cuando las cosas se ponen feas, en mi piedra... en mis alturas, en mi escondite desde el cual veo Portugal y me mente navega entre las miles de olas que se empeñan en ahogarme.

Gracias una vez más por ser esa barca entre las lluvias de Cabezabellosa. 


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