Un día se conocen, y ese día, de repente, para ellos es el día. Comienzan a sentirse invadidos por mariposas -joder, al final existen- se dicen ambos a sí mismos. No sienten la necesidad de aparentar nada entre ellos ni siguen estúpidas reglas del tipo "aunque me muera de ganas, no voy a escribirle yo primero". No piensan el siguiente paso ni piden consejos a terceros, simplemente actúan en función de lo que sienten. Y disfrutan de la vida. Y del momento, sobre todo del momento. Por fin parece que han dado con alguien que les quiere tal y como son. Por fin todo encaja. Por fin se declaran felices.
Quizás es algo tonto por mi parte, pero, cuando me pongo a pensar en la cantidad de gente que hay ahora mismo sintiéndose así, me sale una sonrisilla.
Qué bonito es el amor y qué poco lo valoramos a veces.
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