Muchas veces, cuando le cuento a
alguien cercano un plan que estoy pensando llevar a cabo, esa persona, nada más
escucharlo, ya le empieza a sacar peros, a decir que no es tan fácil y, en
definitiva, a desanimarme. Que yo sé que lo hacen mirando por mi bien y no por
maldad, pero es que yo no necesito eso, al igual tampoco necesito que me pongan
continuamente los pies en el suelo para evitar que me arriesgue a hacer cosas
por si me salen mal.
Lo que yo necesito es justamente
lo contrario: que se me ayude a volar. Un “tú puedes”, un “me parece genial” o
un “lo vas a petar”. Un empujón, un abrazo o cualquier cosa que me haga sentir
bien. En definitiva: positividad en cantidades industriales.
Entiendo que esas personas no
quieren verme caer, pero si quieren verme volar, primero me tienen que ver
protagonizar alguna hostia contra el suelo. Después de todo, los sueños no
están hechos para quienes tienen miedo a estrellarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.