- ¿A dónde vas con la cámara? Conmigo no la
necesitas? – te pregunto algo molesto.
- Quiero capturar cada momento juntos. Hacerlo
eterno, y que cada vez que alguien vea nuestras fotos, no pueda evitar sentir
envidia.
No suena mal, pero te propongo algo mejor:
disfrutar de cada momento. Centrarnos en vivir, pensar sólo en nosotros. Una
fotografía no guarda tu perfume de los sábados, ese que tanto me gusta. No
guarda el calor de nuestras manos mientras juegan para calentarse del frío. No
guarda nuestras ilusiones, como la que siento cuando estoy todo el día
esperando para verte, tampoco la sensación de volar que experimento cuando por
fin lo hago. No guarda la chispa de electricidad que me provocas con un beso en
el cuello, ni tampoco la sensación que lleva a mi vello a terminar de punta. No
guarda lo que enciendes cuando la ropa está en el suelo. Y, sobre todo, no
plasma, ni de lejos, lo que siento por ti. Tú y yo somos tan especiales, que
estamos a años luz de los que pueda guardar cualquier foto.
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