Vamos a jugar a imaginar cosas. A
que no hay orgullo, problemas ni miedos. Ni opiniones de los demás. Ni
obstáculos. Y si los hay, imagina que se pueden esquivar con facilidad. Estaría
bien, ¿eh?
Pues yo no creo que sea tan
difícil llegar a eso, sinceramente. Lo que pasa es que necesitamos una excusa
para no arriesgarnos a volver a hacernos daño, sin tener en cuenta lo que
podemos ganar. Por eso estamos haciendo tanto el tonto como si ya fuese
demasiado tarde.
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