sábado, 29 de agosto de 2020

Pero ¿exactamente qué sois?

 ¿Que qué somos? Nada. No hace falta ser nada y no me gusta que me lo pregunten. Ponerle un nombre a algo que sientes especial es convertirlo en común, ya que lo reducen a algo que todo el mundo siente. Además, sería un disparate hacerle eso, porque ella es extraordinaria.

Te puedo contar que me gusta quemar horas a su lado, riéndome del día a día y de todo aquello que tanto me preocupa y que con ella me da igual. La sensación de que mi vida se ilumina cuando nos cubre la oscuridad de su persiana bajada, y sólo estamos ella y yo, compartiendo un escondite para dos y deseando que no nos encuentre nadie. Me gusta las ganas que tengo siempre de verla, y la paz que siento cuando por fin lo hago. Lo que experimento primero a su lado, y la sensación de querer experimentar más y más con ella.

No tengo prisa por enfrentarme al qué somos, porque, sin que seamos nada, vuelvo como si lo fuéramos todo.

Eso es; sin ser nada, somos el principio de todo.



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