Son las 19.05 y acabo de salir del trabajo. Ya es de noche. Me da por mirar al cielo y arriba no se ve ni una estrella. Así es Madrid. Poco después me subo al metro y consigo asiento, y enfrente de mi, tú. Ahora entiendo porque no se ve una estrella en Madrid; no se muestran por el miedo a perder cuando te comparen con ellas.
Lo descubro cuando me miras por un instante, y siento que el metro se para y que mi cabeza no para de preguntarse tonterías.
¿De dónde he salido? ¿Quién eres? ¿A dónde vas?
Entre los rizos de tu pelo, asoman unos auriculares. Ligeramente bailas con la cabeza. ¿Qué escuchas? Quizá Miss Cafeína, o quizá Extremo...Intento leerte los labios, ojalá me susurrasen la respuesta al oído. Tiene que ser Pereza. Tú eres la musa de Lady Madrid, la que va inspirando por el metro. Qué bonita tienes que estar con los ojos cerrados besándome mientras te la quito.
Próxima parada, Príncipe pío. Te levantas. Me maldigo por no decirte en persona lo que te estoy gritando por aquí. Se para el tren. Trato de reunir valor para cogerte de la mano y detenerte. No lo consigo. Sales por la puerta.
Ojalá nos crucemos de nuevo.
Si lo hacemos, prometo volver a no atreverme a hablarte.
Y, más aún, prometo volver a escribirte todo lo que me gustaría decirte, Lady Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.