lunes, 3 de agosto de 2020

Felicidades, Campanilla

¿Creías que me había olvidado de mi Campanilla?

Cierto que estoy desconectado, centrado por primera vez en mí total y absolutamente. Pero cómo olvidar este día. Muchísimas felicidades, mi amor. Mi luz, mi pensamiento, mis manos, mi cielo, mi suelo... Mi todo. Porque eso es lo que eres, mi verdadera locura que hace latir el músculo más indestructible que hay, esa fabrica de amor que llevamos en el pecho.

Que cumplas muchos años más, a mi lado, separándonos los kilómetros que nos separen, pero atados por ese hilo rojo que dicen que cada día estoy más seguro que al final de mi lazo, estás tú. Que no voy a dejarte, que no te voy a perder. Estoy recargando pilas, cariño. Estoy en reformas como tú tantas veces has dicho. Estoy encontrándome para ir a por ti, reconquistarte y llevarte a Nunca Jamás, al país del que no deberíamos haber salido nunca. Al sitio donde las pandemias no llegan, ni las opiniones de los demás, ni el dolor, ni la tristeza... Donde solo existe la inocencia de los niños.

Mírate tu tobillo derecho. Ese es nuestro cuento. El que estoy dispuesto a retomar, a escribir, a cambiar el guión y lo que haga falta, a mantener a Campanilla siempre cuidando de Peter Pan, y a Peter Pan siempre buscando ese polvo de hadas que le hace volar.

Pati, que somos el mejor equipo y que lo demostramos año tras año. Que yo lo tengo claro, tan claro como que no voy a dejar de quererte ni en las siete vidas que tiene un gato, por tantas y tantas razones: tu locura que es la mía, tu simpatía, tus flushes, tu fuerza, tus teorías, tu forma de hablar o de tocarte el pelo, eso pelo de leona que tienes, de tu mirada y tu sonrisa, de tus maneras, de tus letras, de tus manos y hasta de tus pies...

¡Feliz cumpleaños, señora Campanilla! Nos vemos en la segunda estrella a la derecha, todo recto hacia el amanecer. Te quiero como no he querido a nadie.


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